sábado, 27 de diciembre de 2008

Me desperté a la misma hora de siempre. Me siento igual que ayer, antes de ayer. No tengo ganas de hablarlo, aunque quisiera correr, golpear algo, golpearte, despertarte, hacerte entender que cuando algo me duele, es en serio.
Si me enojo y no digo nada, te enojas.
Si me enojo y lo digo, te enojas.
Celos, celos, celos. Hacia tanto que no estaban presentes. Pero lo peor, lo que más me duele, es que escondas las cosas, la mentira.
Entonces hoy duele pero no mata, la costumbre me quitó todo tipo de reacción dramática, esas que solía tener, esas en las que no tenía inconveniente en recorrer kms y kms para arreglar las cosas. Ya no puedo, siento que no me corresponde, que no tengo nada para decir porque, esta vez, preferiria dejar que las cosas caduquen dentro mio y ya no salgan al exterior, porque, quizás, de esa forma, sonrñia de vuelta, pueda verte y hablarte, aunque el dolor siga ahí, sé que algún día se irá y quedará el recuerdo, iguales a tus otras mentiras.

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