viernes, 10 de julio de 2009

Anoche Narda dijo "Nunca esperes nada de nadie".
Uno siempre espera que otro diga, haga... sienta pero no pasa. Nos quedamos en el "ojalá, ojalá... ay! ojalá" pero nada.
Y al final tiene razón, no habría que esperar nada porque, inconscientemente, sabemos que no va a llegar, no va a pasar. No tiene sentido alguno sentarnos a esperar sabiendo, lo querramos o no, que eso es una gran NO.
Muchas veces esperé y creo que es el día de hoy que espero, a pesar de todo. Pero particularmente hoy me sentí cansada de esperar, ya no quiero esperar.
Siempre me caractericé por mi poca paciencia, lo que significa que, cada vez que tenía que esperar algo, eran sólo 10 minutos y si no pasaba, lo hacia yo. Siempre presionando, siempre haciendo que las cosas pasen y siempre salía mal.
Presionar, esperar, presionar, esperar. Es un laberinto y creo que ya no hay salida, quedó tapizada en hojas secas, nadie llegó a la solución. Pero me estoy asomando, de a poco.
Empiezo en hoy, ahora. Ya no quiero esperar.
No quiero esperar una o dos palabras, una respuesta, una pregunta cordial, memoria, que importe si estoy mal o bien, si lloro o me rio.
No quiero esperar el amor, el odio, la histeria... Sentirlo, que lo sientas.
No quiero esperar la pelea, el arreglo, la pelea, el arreglo, el tiempo, los días nulos.
No quiero esperar a ser ignorada si de por sí me ignoro a mi misma y lo que necesito.

Ya no tengo ganas de esperar. Me parece que ya no hace nada en mi. Supongo que el cansacio nos lleva a ésto.
Supongo que te pasa igual.

Supongo que no lo lees pero tampoco espero que lo hagas.

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