A veces tengo ganas de mil cosas pero muchas más son las que no.
Hoy por hoy es un momento de mi vida en que tengo ganas de muy poco, o sea, no tengo ganas de nada... o de todo, o lo que sea.
Se siente un poco como estar en el limbo, uno nunca sabe cuándo van a volver las ganas de todo o de algunas pocas cosas.
Algunas son algo remontables, no tengo ganas hoy pero tal vez lo haga mañana pero algunas cosas son irremontables, intocables, IMPOSIBLES.
No tengo ganas de volver a estar mal por un hombre, no tengo ganas de conectarme a un chat horroroso cual puber esperando como una imbécil a que cierto muchacho aparezca para decir hola y GUARDA si aparece y no saluda, la debacle. No, realmente no tengo ganas.
No tengo ganas de pensar en tirarme y no saber si hay agua, no tengo ganas en pensar cómo tirarme, no tengo ganas siquiera de intentar nadar en medio milímetro de agua.
Definitivamente no tengo ganas de modificar mi mundo por alguien que ni siquiera sabe qué es lo que pasa.
No, no sirvo para los inicios del amor ni sus derivados.
Las cosas deberían ser más directas... O mejor me hago Hindú, mi familia me elige un marido con plata y me olvido.
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