
De chica dividí mi infancia entre Lomas del Mirador y Ramos Mejía.
Amaba ir a casa de mi abuela. Un muy lindo departamento, ph en la calle Saavedra, cerca del Distrito Militar (que ahora son Duplex).
En el dpto de junto vivía Matea. Era la típica señora de barrio, aunque con más coquetería que las de Lomas del Mirador. Sabía todo lo que pasaba en la vida de la gente de la manzana, y solía contarle todo a mi abuela. Ella no quería saber, y cuando escuchaba la fina y hasta exasperante voz de Matea através de la ventana solía esconderse y que mi abuelo dijera que no estaba.
Era una buena mujer, sólo que algo molesta.
Su casa estaba separada del resto por una reja. Se suponía que no debíamos pasar la reja, pero no podía dejar de tentarme el hecho de hacer algo que no debía.
Cruzaba la reja siempre, y cuando sentía ruidos como si ella fuese a salir, me iba corriendo a la casa de mi abuela. Ella sabía que era yo, pero no decía nada.. en parte, creo que le divertía ese juego de que, quizás, algún día me atrapara en su patio. No era distinto al resto, pero estaba la reja, y eso lo decía todo.
Muchos años después volví al departamento. Ya no estaban mis abuelos. La casa había cambiado, las plantas ya no existían, incluso había otra reja.. ahora separaba lo que había sido la casa de mis abuelos del resto de los departamentos.
Cuando ví que del otro lado de la reja todo era distinto, sentí que mi infancia había quedado encerrada... que nada de lo que solía ser, mis recuerdos de aquellos días de verano, monopatines, bicicletas, y tv en el invierno existían. Estaban y estan dentro pero cómo encontrarlos cuando esas cosas que te remontan a épocas de antanio ya no lo hacen porque ya no están donde deberían?.
Cómo hacer para que la gente vuelva cuando ya nada se puede hacer?.
El barrio no es igual.
El dpto no es igual.
Y nunca más volví a ver a Matea ni a trepar a lo prohibido.
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