miércoles, 13 de mayo de 2009

Un clavo NO saca a otro clavo.

He escuchado y tomado esta frase como propia.
No sólo porque me la han repetido hasta el hartazgo, sino porque es la pura realidad.
Pasamos de una situación a otra preyendiendo que el nuevo quién-sabe-qué haga magia y nos quite el pasado de encima.
Bueno, lamento comunicar que no es así. Te puede hacer olvidar un rato, sí, es verdad. Podes pasarla muy bien, también. Pero el pasado va a seguir estando ahí hasta que una misma decida que es el momento de dejar de traerlo al presento. Allí es cuando vamos a encontrar un martillo o una pinza, sacaremos ese clavo, nos quedaremos con la agüjero, probablemente o quizás, enseguida, clavemos otro metal en él.
No es tan fácil todo ese proceso tan de compra de ferretería. Podría decirse que ese martillo cuesta tanto como un millón de dolares y tener que viajar al Amazonas y que lo fabrique a mano el Chamán de la tribu reductora de cabezas.
Complicado atravesar todo ese tiempo sin tener la la necesidad de empezar a empujar con otro clavo hasta arruinar la ranura.
En este preciso instante siento que estoy presionando la ranura y por momentos simplemente me quedo contemplando este clavo tan instalado en mi. Tan propio, tan mio, con un nuevo clavo que me esta volviendo loca, que me esta cansando. Este nuevo clavo astilla demasiado.
Pero a veces pienso que es mejor guardar este clavo (aunque quiera ser clavado en otro lado o liberado a la suerte de las gondolas de un Easy) para poder tenerlo una vez que este antigüo clavo oxidado salga de mi pecho.
No sabría decir si funcionará... este nuevo clavo no parece dar quorum.

Alguien me recomienda una ferretería nueva?

No hay comentarios: